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Descansar produciendo, producir descansando

Crear es una acción concreta, medible, pero que surge primero de algo intangible, interno, una actitud ante la vida: la inconformidad, la curiosidad, la ansiedad de lo nuevo. No nos conformamos con el estado de las cosas, queremos algo mejor para todos, soñamos con otros mundos, queremos más belleza, nuevas formas de relacionarnos, un sociedad distinta y aunque parezca extremo, dados estos tiempos, quisiéramos la posibilidad de un futuro. Todo esto que nos impulsa a crear, desde un punto de vista Neurolingüístico, no son más que representaciones mentales que se generan en intrincados laberintos de conexiones neuronales


Codificamos la realidad de acuerdo a patrones

Esta facultad tan intrínsecamente humana, la creatividad, no es privilegio de pocos dotados por un genio invisible. Todos poseemos un extraordinario potencial de desarrollo creativo para desplegar en distintos dimensiones de la vida, de acuerdo a la motivación (necesidad que tengamos), actitud (modo de analizar el entorno), y empeño (acción concreta), que pongamos.

Las neurociencias, respecto del funcionamiento del cerebro en un momento creativo, nos indican que sin darnos cuenta, pero armónicamente en nuestra cabeza, se realiza un complejo entramado de relaciones neuronales que activan regiones muy específicas del cerebro. Si alguna no tiene del todo desarrollada su capacidad de respuesta, otra le asiste y/o suple. Saber esto nos alienta a todos a desarrollar nuestro potencial creativo, particularmente en momentos en que necesitamos dar respuestas nuevas e ingeniosas a los desafíos que nos presenta la vida, el trabajo artístico, las demandas del entorno, etc. ¿Pero, cómo hacerlo?

Que las musas te encuentren trabajando. (Collage digital a partir de Apolo y las musas de Baldassarre Peruzzi)

Se dice muchas veces que a las musas hay darle tiempo a que bajen, pero que cuando bajen te sorprendan trabajando como si fuera un juego. Algo de verdad hay en esto ya que debemos tener en cuenta que la creatividad requiere lo que se llama “Atención no Centrada”, es decir una atención más amplia, u orientada a un mayor rango de estímulos simultáneos, como un niño pequeño que juega con un objeto y puede pasar a otro sin mayor complicación. Al cerebro hay que darle la oportunidad de dejar que entren los estímulos innecesarios a la atención consciente, aumentando la posibilidad de que surjan imágenes, pensamientos, percepciones que están fuera del foco de problema (nada como un buen paseo contemplando la naturaleza, o una siesta relajada para que de pronto aparezca esa idea tan esquiva).


Esta Atención no Centrada es muy importante cuando se trata de desarrollar el acto creador, porque muchas veces implica que debemos cambiar la forma (literalmente), de pensar, de ver las cosas, de oír esa criticona voz mental llena de prejuicios acerca de la realidad y, en particular, de uno mismo. Para encontrar una solución nueva, para crear no existen límites ni restricciones. Estas no son más que lecturas que hacemos del escenario en el que estamos. Claro que nuestra experiencia y conocimientos nos dan información necesaria, pero también rigidizan, coartan la necesaria flexibilidad para crear lo que buscamos crear. Imaginar, divagar o pensar opciones diversas a una situación problemática requiere un estado mental que active la red neuronal que posibilita la atención no centrada necesaria para el surgimiento de pensamiento creativo.


Creatividad: dos cerebros, una mente.

La Atención no Centrada permita la generación de “Pensamiento espontáneo”, esa facultad que aparece cuando descansamos de lo que nos ocupa resolver o que requiere conectar datos inespecíficos (como en el caso de entender un chiste). Si lo piensas bien, el sentido del humor es algo muy serio para el cerebro porque requiere hacer conexiones nuevas rápidamente. Si te fijas, un chiste repetido ya no te causa tanta gracia como la primera vez.


Otro factor importante es la memoria. Lo primero que debemos saber que la memoria como una entidad única, en neurociencias no se aborda así. Contamos con diversos sistemas de memorias interrelacionadas. Lo que poseemos son redes neuronales que generan lo que llamamos memoria, pero que es de diversos tipos: memoria a corto plazo, memoria a largo plazo, memoria para los actos automáticos (conducir un vehículo) y memoria consciente; memoria para las emociones, memoria espacial y memoria para nuestra historia personal y autopercepción, y muchas más. Cada una tiene su propia ruta en el cerebro. Muchas veces, esas vías se entrecruzan. Por lo tanto, si alguien te dice que tiene mala memoria para retener cierta información, lo más probable es que tenga muy buena memoria para otras cosas a las que accede mentalmente de manera rápida, por eso en PNL, decimos que (en condiciones normales, no patológicas), todos podemos estimular, reeducar la forma en que accedemos a los recuerdos.


Todos los inventores han comenzado por vencer la palabra Imposible...

Dentro de todos estos tipos de memorias, la memoria a largo plazo es muy importante en el pensamiento creativo, aunque parezca paradójico, necesitamos del pasado para ver el futuro. Pero ese pasado se organiza en nuestro cerebro como en un gran fichero, con gavetas muy ordenada, como con la memoria semántica, que es la que nos permite recuperar un conocimiento general (en qué día y dónde estamos hoy, por ejemplo), o la memoria autobiográfica que guarda los recuerdos relacionados con acontecimientos de nuestra vida (por lo que también se le llama memoria episódica), que se expresa de modo explícito cuando procesa de manera consciente la información conceptual (factual), sobre hechos pasados, fórmulas, datos, aprendizajes por repetición, etc. Es decir cuando nos damos cuenta del conocimiento que tenemos de algo, usamos datos que sabemos, etc. Esta memoria autobiográfica también se da en forma implícita, pero se manifiesta con recuerdos que nos cuesta verbalizar con palabras y conceptos (como las emociones, sentimientos, gestos, actitudes que vimos; por ejemplo).


De todo estos recuerdos y formas de organizarse que tienen, se nutren los procesos creativos. Por eso se potencian los procesos creativos en conjunto, porque alguien podrá conceptualizar algo, otro darle una forma visual, alguno expresarlo más sensible, y así dar con un resultado que puede apelar a los distintos tipos de cerebros.


¿Cómo reinventar la figura de Gabriela Mistral? Premisa creativa de este DJset donde la escuchamos cantar, música de los años 50 y ritmos electrónicos contemporáneos (imagen con link a DJset)

En síntesis, la creatividad necesita que le demos una oportunidad, un espacio, un tiempo en que soltemos las riendas con las que pretendemos controlar la realidad. Para que se active el pensamiento creativo hay que dejar que se libere la intuición, como le llamamos a ese cúmulo de sensaciones que nos indica que los distintos tipos de memorias se están activando dentro de uno al estar creando. A veces, para ser productivos de verdad, hay que darse el tiempo para descansar. Al crear, el “corazón” nos da más pistas que la cabeza para encontrar lo que buscamos, para encontrar eso que necesitamos o queremos.


Aunque más cercano a la Publicística, el argentino Damian Kato nos da algunos consejos para activar la creatividad que sirven para varios ámbitos.

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